Todos los poetas quisieron ser astronautas primero
Pero el mundo fue demasiado real
Y el universo demasiado gaseoso
Para poder penetrarlo con su miseria
Todos los poetas quisieron tener telescopios
Que develaran que la fantasía es algo
Que se mueve ciegamente en la nada
Todos los poetas señalaron a las estrellas
Y nombraron constelaciones
En lugares que no existen
Todos quisieron viajar a la velocidad de la luz
Esconderse en la nebulosa de Orión
Ser tragados por agujeros negros
Declarar que Dios no es un viejo que vive en el cielo
Porque el cielo es la versión ridícula
De la vastedad del universo
De la inmensidad
Y de la eternidad
Todos los poetas quisieron contar en cuenta regresiva
Y despegar al vasto desconocimiento
El desconocimiento los despegó a ellos
Y ahora escriben pequeñas cartas a su amada fantasía
A sus viajes astrales
Los agujeros sí los tragaron
Pero los cuerpos evidencian lo contrario
Los cuerpos se quedaron habitando esta tierra
Esta vida
Estas ciudades
Estas veredas de la realidad
Los agujeros los succionaron
Y les dejaron a cambio
Mentes que anhelan un regreso a la nada
Sí, están escondidos en la nebulosa
La de Orión
La de los sueños
La de las madrugadas
La nebulosa que despide su propio cuerpo
Usan a los poemas, sí, los usan
Nombran al mundo, sí, lo nombran
Cuentan en cuenta regresiva
Y lo que surge son letras
Y pequeños retazos que se desprenden de los días
Esos retazos serán quizás
Las migajas de pan que señalen el regreso
El ansiado regreso.
Originally published in Poetas Astronautas, 2012